martes, 2 de febrero de 2010

Cancha Flechada

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Siempre me pregunto cómo funciona nuestro espíritu argentino –si éste existiera más o menos unívoco- que tan diversa gente claramente dispar y hasta de opuesta índole gusta tanto de Uruguay, ya no sólo para vacacionar sino también para realizar inversiones y vivir aquí, conservando labor al oeste del Río de La Plata.
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El concepto "uruguay" no debe referir de modo exclusivo a Punta del Este cuya mundialización, a estas alturas, nadie podría desconocer.

Si es por mí puedo explicar que desde chico supe que si bien “el río de los pájaros de colores” había sido parte de la Patria y según algunas opiniones pudiera seguir siéndolo en término laxos, constituía la fantasía de "lo extranjero" más tangible.

La frontera rioplatense aún sin exotismos ni lejanías no deja de ser un límite internacional y, como tal, fascinante; fue el primero que nos tocó cruzar.

En familia, con amigos, por asuntos deportivos y, durante la última década en pareja hemos venido muchas veces a esta tierra que alguna vez una amiga oriental llamó, nostálgica, “el paisito”.

No deberíamos acudir a la simpleza de "misma lengua" pero ésta juega, sin dudas, como fórmula de adhesión.

Mucho más complejo es el tema del asilo político que ha resultado efectivo para unos y otros, yendo o viniendo, sean de éste o de aquel margen.

En estos tiempos de velocidad, la pausa uruguaya es también muy apreciada como valor que se nos escapa y aquí se resguarda.

Venir a Uruguay como mochileros tuvo treinta años atrás la mezcla precisa de aventura y marco previsto; ahora la espalda cargada por estas tierras –en especial las del departamento de Rocha, donde finca Punta del Diablo, Barra de Valizas y Cabo Polonio- avizora recorridos más largos, fuera de contexto, mientras todavía son accesibles agrestes zonas preservadas.

En este ámbito, por citar una cuestión de orden diario aquí, la obstrucción del libre cruce por el puente en Gualeguaychú/Fray Bentos –que ya lleva tres años- es un agravio insoportable que sólo la pericia celeste ha podido asimilar.

Está claro que –como dice mi amigo- la Argentina se permite semejante distracción porque el afectado es Uruguay –un chico, de manera relativa-; que si lo fuera el Brasil –un grande, de modo absoluto- el corte no hubiera durado ni un mero día.

Que quede claro también que, me parece que podemos preocuparnos por la pureza del río Uruguay haciendo algo conducente para ello, ya que el impedimento del tránsito habitual no aporta nada para la preservación del ecosistema.

En fin, son comentarios al calor del mediodía el cual –se dice- se configura en el Uruguay –de acuerdo con los dueños del tiempo- una hora cuarenta y cinco minutos más tarde de lo que en realidad –según la regla imperial dominante- debería ser.
Además, aquí, es una hora más tarde que allí.

La infaltable referencia futbolística me retrotrae al título de ésta. “Cancha flechada” ¿qué significará? Opciones: cancha marcada, embarrada o inclinada.

Tomá mate.

(Punta del Diablo, Rocha, ROU; 21/01/10)

Gustavo D. Hoyos Kilmot ---
h__opi@hotmail.com

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