domingo, 25 de marzo de 2012

De otro mundo

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- ¡Hola! Parecés eufórico, ¿puede ser?
- Te diría “¡exultante!”
- ¿Y, a qué se debe?
- Tuve que renovar el carnet de conductor.
- No me dirás que semejante molestia…
- Molestia, sí, pero esperá, te cuento.
- Dale.
- Quise reservar turno por Internet en La Plata y hasta los siguientes quince días que revisé no había ninguno disponible. Me pareció demasiado y consulté a mi Delegación Municipal. Me dijeron que sí podía renovar allí, en horario 8 a 13 h, y que los turnos se daban temprano. “Bien, gracias pasaré mañana a las 8”. “No, va a tener que venir un poco antes, por la cola, y los números son limitados”. “¿Cuánto antes?”. “Seis y media…”
- ¡Yo te dije¡ ¡Un plomazo!
- Sí. Dejé pasar unos minutos, y me armé con la mejor predisposición para ir mañana a enfrentar el disgusto.
- ¿Y, es eso lo que te tiene feliz?
- No. Como previamente hay que tener un “libre deuda” del Juzgado Municipal de Faltas, y también podía sacarlo en la Delegación, allá fui. Luego del respectivo pago, faltaba una firma y me indicaron una ventanilla, la rotulada “Renovación de Licencia de Conductor”. La chica miró los papeles, “libre deuda” y pago en orden; levantó la vista, mirada casi enigmática y preguntó: “¿Querés hacer la renovación ahora?”
- ¡No!
- ¡Sí!
- ¿Y las colas, los turnos y todo eso?
- No tengo la menor idea, ni quise preguntar, la miraba incrédulo y me pareció que ella disfrutaba de mi asombro. Acepté, claro, sin agregar palabra. “Esperá allí –dijo, señalando un espacio al lado de la ventanilla- te van a llamar por el nombre”.
- Bueno, comienzo a entender…
- Declaración jurada sobre salud, oculista, huellas digitales, foto, más datos, más pagos y pasados unos 45 minutos otra vez frente a la empleada de la ventanilla. Me dijo que el nuevo carnet podía retirarlo después de cuatro días hábiles.
- Dejemos aparte esos cuatro días. Fue como si hubieses ido por un trámite de servicio público y te hubieran dado solución inmediata.
- Tal cual, ¡de otro mundo!
- ¡Espectacular!, luego, “gracias”, y te fuiste…
- Sí, pero antes le pregunté: “¿Puedo decirte un piropo?”. Ahora, la asombrada fue ella: un gesto y un sí inaudible. “Sos un encanto”, le dije. Un brillo en sus ojos. Y me fui, había gente alrededor.

Jorge B. Hoyos Ty.
ainda@netverk.com.ar

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