viernes, 7 de diciembre de 2007

En la mesa del Café - I

¿DÓNDE ESTÁ DON CABALLERO?

¡Hola amigos!
Hoy me dio por reflexionar con esta pregunta: ¿Dónde está “Don Caballero”?
Y me decía: brilla por su ausencia.
Es muy difícil encontrarlo.
¡Cómo cambian los tiempos!
Me remontaba mentalmente a otras épocas, unos cuantos años atrás, recordando que este casi desaparecido caballero cabalgaba con nosotros en la vida diaria. Estaba aquí y allá. No había necesidad de buscarlo o llamarlo.
Estaba en el trato delicado y fino con las damas.
Estaba en el respeto y la pequeña ayuda o asistencia brindada al anciano.
Estaba cediendo el lugar en el colectivo o -antiguamente- en el tranvía.
Estaba dando prioridad al ingresar a algún sitio o aún al comenzar una caminata.
Estaba invitando a la dama a que, al caminar por la vereda, lo hiciera del lado de la edificación, como protegiéndola.
Estaba en la flor obsequiada a la dama como cortesía.
Estaba cediendo gentilmente el paso a otro automovilista, cuando nos trasladábamos conduciendo nuestro automóvil.
Estaba cuando uno se olvidaba un poco de sí mismo para agasajar al otro.
Estaba cuando vivíamos pensando y actuando con la conciencia de que al lado nuestro existe el prójimo.
Estaba cuando realizar una buena acción traía alegría interior.

Hoy el lugar de Don Caballero está ocupado por otro Don, pero con signo opuesto.
Este Don de nuestra época es un congénere que se apurará para pasar antes que uno, aunque solo sea para ganar unos segundos.
El que responderá casi gruñendo cuando alguien le pida algo que necesita.
El que no abandonará su ego aunque postergue a una dama o un niño.
El que considerará como un ser humano depreciado, sino lisa y llanamente despreciable, al anciano.
El que conduciendo su automóvil se creerá un superhombre y se envanecerá demostrando a los demás que él es superior.
El que se manejará en su vida con una escala de valoración que enaltezca a las posesiones materiales, la figuración, el “status”...
Lo podemos designar como Don ego.
Hoy da la impresión que una muchedumbre es Don ego..
Cuesta encontrar a Don Caballero.
Aunque, cada tanto, por allí reaparece, y cuando lo vemos –encarnado en alguien que solícitamente ayuda tomando del brazo a un anciano a cruzar la calle, o cediendo el lugar a una dama- nos dan ganas de correr a su encuentro y estrecharlo con un abrazo.
Los que alcanzamos a vivir esa época cuando Don Caballero todavía nos acompañaba constantemente hoy nos sentimos como ajenos en este mundo que ahora es como es y nos resulta incompatible con nuestra forma de entender la vida.
Pero nos queda la llama encendida; aunque pequeña, llama al fin.
Estimado amigo: si al leer estas líneas comprendes lo que se ha perdido con la irrupción de Don ego, desplazando a Don Caballero y te viene un poco de pena, sentiré que he hecho algo por éste y alentaré la esperanza que, tal vez, en la primera ocasión que se te presente te encarnarás decididamente en él, en Don Caballero...aunque parezca un Don Quijote redivivo en este medio tan hostil...

Hasta la próxima.

Raúl Jasale
- rjasale@yahoo.com.ar ---

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